Políticamente, se contemplan tres etapas:
Primera etapa (1877-1890)
Se caracteriza como de: construcción, pacificación,
unificación, conciliación, negociación y represión.
Buscó evitar la concentración de poder, que el pueblo
eligiera a sus gobernantes y hasta sus jueces.
Enfrentó problemas de gobernabilidad, ya que la constitución
no favorecía al ejecutivo, considerando la igualdad de los individuos.
Buscó atraer a todos los grupos importantes (lerdistas,
juaristas, y otros) agregándolos a su gabinete, así como a los miembros de la
iglesia católica, encontrando respaldo en ésta, ya que aunque no eliminó leyes
en contra del clero, casi no las aplicó, permitiéndole recuperar propiedades,
reinstalar frailes y monjas, celebrar misas y realizar algunas festividades.
Segunda etapa (entre 1888 y 1890, hasta 1908)
Muestra un periodo centralista, autoritario y personalista,
tanto de don Porfirio, como de los gobernadores de las entidades
Tercera etapa (los últimos años)
Se contempla que las crisis en el nacimiento del siglo XX
afectaron la economía, la vida social y cultural y por consiguiente la política
en este régimen.
Presenta ya, un régimen de políticos ancianos que querían
seguir imponiendo su voluntad, y que después de las declaraciones de don
Porfirio a James Creelman, periodista estadounidense, de que no participaría en
las elecciones de 1910, ya que México estaba listo para entrar en democracia.
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