Con el Porfiriato la economía mexicana entro en la fase
capitalista. Después de un largo y accidentado proceso de negociaciones
informales se reiniciaron las relaciones diplomáticas entre México y Francia.
Esto incrementó el flujo de hombres, mercancía y capitales que cruzaban el
atlántico con destino a Europa. Sus diferentes áreas de producción fueron
incorporadas al sistema de los países industrializados y estimularon el
incremento del comercio y la inmigración.
Había dos tipos de comerciantes:
Los pobladores que vendían lo que ellos mismos cosechaban.
Vendían en pequeñas cantidades y sólo en su región. Trabajaban comúnmente con
el trueque con artesanos que comerciaban en menor escala. Los joyeros
fabricaban diversos objetos con piedras preciosas, las cuales eran vendidas a
la nobleza, y se les pagaba bien pues eran consideradas artesanías.
El otro tipo de vendedores eran miembros de poderosas
organizaciones que tenían el monopolio del comercio exterior; Se les dominaba
pochteca. Este tipo de comerciantes no solo constituyo una clase, sino además
gozaba de organización y fuero propios.
A finales del siglo XIX México era un país típico
agropecuario de América Latina. Se desarrollaban las ramas de la agricultura
cuya producción se destinaba a la exportación. El desarrollo económico en ésta
época se determinó no sólo por el atraso del país. Si no también por la
penetración del capital extranjero en todas las ramas de la economía nacional.
Aunque la economía mexicana se desarrollaba con mucha lentitud y la mayoría de
los campesinos, de los obreros de las minas, manufactureros y sobre todo indígenas
aún padecían las prácticas de peonaje y las casas de raya.
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